Fueron 53 minutos en los que Boric hundió a su gobierno y mostró la verdadera cara del “sello feminista” que juró tener.
Tratando de entregar una señal de transparencia tras la irrupción del Caso Monsalve, un día después de la salida del entonces subsecretario del Interior -acusado de violación en contra de una de sus subalternas-, el Presidente Gabriel Boric realizó una extensa conferencia de prensa, llevando la crisis que la denuncia generó al corazón de La Moneda.
El problema no es que el Presidente hable con la prensa; el problema es que, en este caso, omitió información, entregó datos que podrían ser constitutivos de delitos y derechamente falseó antecedentes, probablemente para blanquear su imagen y la de su ministra del Interior, Carolina Tohá.
Pero, vayamos por parte. La denuncia en contra de Manuel Monsalve fue realizada ante la PDI el lunes 14 de octubre. El martes 15, el director de la institución policial le comunica la información a la ministra Tohá cerca de las 4 de la tarde y, pocos minutos después, la secretaria de Estado hace lo propio con el Mandatario.
Boric, entonces, le escribe a Monsalve -quien estaba exponiendo en una comisión en el Congreso, en Valparaíso- y le pide que vaya a su oficina en Palacio. Así, ambos sostienen un encuentro cerca de las 8 de la tarde de ese día, acordando que, debido al carácter de la denuncia, el entonces subsecretario del Interior tendría permiso para viajar al día siguiente a la región del Biobío, donde reside su familia, para comunicarles lo sucedido, volver el jueves a exponer ante la comisión mixta de Presupuestos el erario del Ministerio y, recién 48 horas después de enterarse de lo ocurrido, determinar los “cursos de acción a seguir”.
Pero, el curso de los acontecimientos dictó otra cosa: la denuncia fue portada del diario La Segunda ese jueves y la salida de Monsalve del gobierno fue impostergable. Desde el Patio de Los Naranjos, el exdiputado anunció su renuncia y aseguró que defendería su inocencia.
En lo sucesivo, una tras otra se sumarían vocerías de diversos personeros gubernamentales que dejaban más dudas que certezas. Y, además, en su larga comparecencia ante los medios, el Jefe de Estado, lejos de ponerse en el lugar de la víctima, entregó cientos de excusas para tratar de explicar todo lo ocurrido en esas horas en que el respaldo, evidentemente, había estado del lado de su entonces subsecretario.
Casi una semana después, el giro discursivo fue evidente. Ya con el caso que involucra al exjugador de fútbol Jorge Valdivia en todos los medios, Gabriel Boric se acordó del feminismo: “Nuestro deber es creerle (a la víctima), yo le creo, y es deber de la justicia, sin presión alguna, determinar de manera imparcial la culpabilidad o no del acusado”, subrayó.
Hermano, yo no te creo. No es posible darle credibilidad a un gobierno cuyas autoridades omitieron información o mintieron para tratar de ocultar una acusación tan grave.
No es creíble que, ante una denuncia de violación, un subalterno reciba por parte de su jefe el permiso y los medios para ir a hablar con su familia (¿o con la familia afectada?) y que, después, siga haciendo su trabajo como si nada pasara.
No es creíble que el propio Presidente, después de ser informado sobre lo sucedido, dijera que no tenía detalles de la denuncia, pero que sí sabía que Monsalve había pedido ver las cámaras de seguridad del lugar en que habrían ocurrido los hechos.
No resulta verosímil que, recién una semana después de sus primeras declaraciones, el Mandatario se haya acordado que la víctima debe ser también respaldada y, no obstante, hayan transcurrido largas jornadas sin que nadie del gobierno haya ofrecido apoyo a la denunciante. Es más, de acuerdo a lo que investiga la Fiscalía, desde el interior de la propia subsecretaría habrían amenazado a la mujer.
No, hermano, yo no te puedo creer cuando, enfrentado a una situación tan dolorosa, actúas tratando de taparla.
La incoherencia, el doble discurso, la falta de empatía hacia la denunciante desmoronan por completo la bandera que trataron de usar políticamente. Feministas de cartón, eso son, eso sí te creo.
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